miércoles, 31 de enero de 2018

El Juicio Final, una pintura imponente.


          En 1535, el papa Pablo III encargó a Miguel Ángel, las pinturas de la pared del altar de la "Capilla Sixtina", destinada al "Juicio Final”. Es importante resaltar que este fresco fue encargado en un principio por Clemente VII. En ese momento, él le había propuesto pintar La caída de los ángeles. Pero fue Pablo III quien ordenó la escena del Juicio Final.
          En el "Juicio Final", Miguel Ángel prescinde de los efectos escenográficos de las arquitecturas utilizados en la decoración de la bóveda para condensar la tensión en el contrapunto entre espacio y las concentraciones de figuras que ocupan diversos núcleos. El equilibrio entre argumento cristiano y el clasicismo pagano de las composiciones imperante en la bóveda se rompe a favor de un patetismo expresivo y angustiado. Un gran torbellino de justos subiendo al cielo y de condenados descendiendo a los infiernos agita una gigantesca marea de cuerpos humanos. Únicamente, el juez supremo, con gesto mayestático, imberle al estilo clásico, apolíneo y hercúleo reúne a las masas a su alrededor.
          En la parte superior está ocupado el mundo celestial. La imagen de Cristo aparece en el centro de la obra con el brazo derecho alzado, haciendo un enérgico movimiento para separar a los justos de los pecadores. Se le notan las manos y pies marcados por la crucifixión, y una herida en el pecho por una lanza. Junto a él se encuentra la Virgen María, temerosa. Detrás de ellos surge un destello de luz, y se encuentran rodeados de santos, apóstoles, mártires, confesores y bienaventurados de la iglesia.
          Debajo aparecen un grupo de ángeles, unos con trompetas y otros con el Libro de la Vida y el Libro de la Muerte.
          En la parte inferior de la obra, el grupo se divide en los que ascienden al cielo (izquierda) los que estaban en la Tierra al momento del llamado de Dios; y los que descienden al infierno (derecha), que han sido condenados, se ven desesperados y son obligados a subir a la barca de Caronte.
          Se muestran también dos lunetos en la parte superior del fresco. A la izquierda unos ángeles llevan la cruz, clavos de la pasión y corona de espinas, y a la derecha, otros llevan la columna de flagelación de Cristo
          La pintura al verse finalizada provocó toda suerte de polémica y críticas por los desnudos allí expuestos. Para muchos no se consideraba moralmente apto que ese tipo de figuras se vieran en un lugar tan sagrado como la Capilla Sixtina.
          Se acusó a Miguel Ángel de herejía y se intentó destruir el fresco. Aunque el papa Julio III era tolerante y no se preocupó de los desnudos, a su muerte se decidiría la «corrección» del fresco colocando paños de pureza a todos sus personajes.

3 comentarios:

  1. David Martinéz13:30

    Al igual que los grandes del pasado como Miguel Ángel, hoy en día los artistas están demostrando sus habilidades y maravillosas obras, tal es el caso de Gabino Amaya Cacho, gran pintor español que desde niño siente el amor por el arte y la pintura.

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  2. Cristina Gómez13:35

    El arte es importante para los seres humanos, nos ayuda a relajarnos y a transmitir sentimientos.

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  3. Alejandro Jímenez13:39

    Que bueno es poder contar con personas que se interesan por acercarnos al arte.

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