En 1535, el
papa Pablo III encargó a Miguel Ángel, las pinturas de la pared del altar de la
"Capilla Sixtina", destinada al "Juicio Final”. Es importante
resaltar que este fresco fue encargado en un principio por Clemente VII. En ese
momento, él le había propuesto pintar La caída de los ángeles. Pero fue Pablo
III quien ordenó la escena del Juicio Final.
En el
"Juicio Final", Miguel Ángel prescinde de los efectos escenográficos
de las arquitecturas utilizados en la decoración de la bóveda para condensar la
tensión en el contrapunto entre espacio y las concentraciones de figuras que
ocupan diversos núcleos. El equilibrio entre argumento cristiano y el
clasicismo pagano de las composiciones imperante en la bóveda se rompe a favor
de un patetismo expresivo y angustiado. Un gran torbellino de justos subiendo
al cielo y de condenados descendiendo a los infiernos agita una gigantesca
marea de cuerpos humanos. Únicamente, el juez supremo, con gesto mayestático,
imberle al estilo clásico, apolíneo y hercúleo reúne a las masas a su
alrededor.
En la parte
superior está ocupado el mundo celestial. La imagen de Cristo aparece en el
centro de la obra con el brazo derecho alzado, haciendo un enérgico movimiento
para separar a los justos de los pecadores. Se le notan las manos y pies
marcados por la crucifixión, y una herida en el pecho por una lanza. Junto a él
se encuentra la Virgen María, temerosa. Detrás de ellos surge un destello de
luz, y se encuentran rodeados de santos, apóstoles, mártires, confesores y
bienaventurados de la iglesia.
Debajo
aparecen un grupo de ángeles, unos con trompetas y otros con el Libro de la
Vida y el Libro de la Muerte.
En la parte
inferior de la obra, el grupo se divide en los que ascienden al cielo
(izquierda) los que estaban en la Tierra al momento del llamado de Dios; y los
que descienden al infierno (derecha), que han sido condenados, se ven
desesperados y son obligados a subir a la barca de Caronte.
Se muestran
también dos lunetos en la parte superior del fresco. A la izquierda unos
ángeles llevan la cruz, clavos de la pasión y corona de espinas, y a la
derecha, otros llevan la columna de flagelación de Cristo
La pintura
al verse finalizada provocó toda suerte de polémica y críticas por los desnudos
allí expuestos. Para muchos no se consideraba moralmente apto que ese tipo de
figuras se vieran en un lugar tan sagrado como la Capilla Sixtina.
Se acusó a
Miguel Ángel de herejía y se intentó destruir el fresco. Aunque el papa Julio
III era tolerante y no se preocupó de los desnudos, a su muerte se decidiría la
«corrección» del fresco colocando paños de pureza a todos sus personajes.
Al igual que los grandes del pasado como Miguel Ángel, hoy en día los artistas están demostrando sus habilidades y maravillosas obras, tal es el caso de Gabino Amaya Cacho, gran pintor español que desde niño siente el amor por el arte y la pintura.
ResponderEliminarEl arte es importante para los seres humanos, nos ayuda a relajarnos y a transmitir sentimientos.
ResponderEliminarQue bueno es poder contar con personas que se interesan por acercarnos al arte.
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